Debajo de las fotos hay un relato de historias antiguas de por ahí.
Autor: Manuel Moral Castro
La fauna silvestre, que se capturaba con diversos métodos,
constituyó un recurso alimenticio de primer
orden. Si bien lo más habitual era la captura de conejos, perdices, ciervos, jabalíes, zorzales, y torcaces, la
necesidad produjo la entrada en la dieta de especies
tales como el tejón, el gato montés e incluso el lince.
El conejo era la base principal de la alimentación de
materos, cabreros, e incluso guerrilleros. Más que afición a la caza, ésta era un medio de subsistencia en
muchos hogares. En los chozos no faltaba el hurón, los
lazos, y los cepos para cazar conejos. Si no llega a ser
por su abundancia en años de hambruna, mucha gente
hubiera muerto de inanición.
Había personas que se dedicaban a la caza del conejo,
no solo para alimentarse sino también para ganarse
algún dinero.
Se tiraban
al monte dos o tres días y antes de que se les echara a perder la carne, bajaban al
pueblo para venderla.
En una ocasión, dos cazadores de más de sesenta años
del pueblo de Marmolejo, que se dedicaban a este menester, Antonio Prieto Sánchez y Juan Olaya, apodados
Pereto
y
El Chato
respectivamente, les pilló la noche
en la garganta de la Aliseda, frente al Socor. Al levantarse en la mañana del 13 de junio de 1945, se encontraron rodeados por la Guardia Civil, que los acribilló al
creer que pertenecían a un grupo de guerrilleros. Los
verdaderos guerrilleros estaban en ese momento observando el desenlace desde las Buitreras de Valquemado.
“El Vidrio”
(así llamado por haberse criado en un desmontado sito en el Cerro del Vidrio, en los Rasos de
Tres Cabezas)
de Marmolejo, Juan “El Matero”, de la
Venta del Charco, y Antonio ”El Manquillo”, formaban
uno de los grupos de guerrilleros que andaban huidos
por entre los valles del Yeguas y Arenoso.
La experiencia de estos huidos en el arte de la caza
dio cierta peculiaridad a su vida en la sierra. No daban
atracos sino que se dedicaban a la caza poniendo cepos a los conejos y trampas a los zorzales, abundantes
en estos riscos de Sierra Morena, y luego la vendían
sus familiares o sus enlaces. Incluso llegaron a guardar rebaños con las debidas precauciones. Murió (en
una emboscada de la Guardia Civil) el 13 de mayo de
1951 en la Garganta de Valquemado junto a otro
compañero Vicente Gómez Díaz “Quina” o Pepe de
Fuencaliente. (MORENO, F., 2001)